En torno a finales del siglo XVIII Thomas Malthus,
considerado uno de los primeros demógrafos, se hizo famoso por su estudio de la
sociedad humana con su Ensayo sobre el
principio de la población. Aquí realizó un pronóstico fácil de deducir: si
la población humana seguía creciendo progresivamente, se produciría lo que sus
predecesores lo han llamado como la Catástrofe malthusiana. En otras palabras,
llegaría un momento que las sociedades no serían capaces de mantener una igualdad en cuanto al ritmo de
crecimiento humano el ritmo de producción de alimentos, es decir, no habría
comida para tantas personas. A partir de ahí imaginaros toda la “catástrofe”
que podría desarrollarse.
Pero Malthus se equivocaba. Hoy por hoy no va a existir ese
problema. Al menos en España. Pero tampoco hay que pensar que el hombre hizo
malos cálculos. Lo cierto es que con los datos que contaba entonces era lógico
pronosticar aquello. Por ejemplo, la España de 1857 (primer censo moderno del
país) contaba con 15,5 millones de habitantes y hoy llegamos casi a los 47
millones. Pero parece ser que todo va a
cambiar.
Hace unos pocos días salía a la luz un informe del Instituto
Nacional de Estadística (INE) que, por lo menos para mí, es preocupante. Al
parecer, según estos datos, el año que viene España sufrirá más defunciones que
nacimientos. Solo por estas ya se ve claramente uno de los motivos por los que
España va a descender en población. Si queremos datos más concretos hoy en día
España tiene una tasa de natalidad de 1,3 mientras que a principios de la
democracia se situaba en un 2,8. El dato de la tasa de natalidad tiene
importancia si lo situamos en cuanto al punto exacto para que las generaciones
futuras sustituyan al menos a las presentes. Esto sería un 2,1. Lo que quiere
decir que si en España sigue habiendo tan pocos nacimientos solo es cuestión de
tiempo, aunque de mucho tiempo, de que la población sea 0.
Por otro lado, la gente va a tardar más en morirse. En 2029
una mujer media española vivirá, de
promedio, hasta más de los 88 años y los hombres hasta los 84. Esto va a
producir que haya cada vez más ancianos en nuestro país. Aunque sea un dato
positivo, si lo unimos a los citados anteriormente sobre la natalidad sale una
mezcla a temer un poco y que tendrá unas consecuencias que luego analizaré.
Pero una sociedad no solo crece o decrece en función de los
nacimientos y las defunciones. También hay que tener en cuenta, y más de lo que
pensamos, los movimientos migratorios, tanto los que vienen (inmigración) como
los que se van (emigración). Aún por lo que pueda parecer por los saltos
masivos de Ceuta y Melilla, el saldo migratorio (diferencia entre inmigración y
emigración) es negativo, lo que quiere decir que son más los que se van que los
que vienen. Aquí no solo tenemos que
incluir a los extranjeros que deciden irse a sus países de origen porque ya no
ven grandes oportunidades en nuestro país, también los españoles que por las
mismas causas, maldita crisis, deciden buscarse la vida en otro lugar.
En resumen, se ha previsto que en 2052 España apenas alcance
los 41,5 millones de habitantes, sensiblemente inferior a los casi 47 de ahora.
Muchos datos y números pero lo importante son los resultados
que traen. Para ello nos es de mucha utilidad representar los datos
gráficamente, así que observar la imagen de abajo.
Esto es una pirámide de población. Seguro que a muchos os
suena del colegio y más o menos recordáis lo que quiere decir. Organiza y
representa a hombres por un lado (izquierda) y mujeres por otro (derecha)
dependiendo de su edad. Según la forma que tenga va a representar un tipo de
sociedad u otra. Lo adecuado sería que tuviera la forma de una pirámide. A partir
de ahí, depende de la población, puede pasar por distintas formas hasta la
peor, que sería una pirámide invertida, lo que significaría que hay una
excesiva población anciana y una juventud insuficiente para mantener esa
comunidad. Aunque en la realidad es casi imposible que se dé formas tan exactas
como estas, si que pueden aproximarse. De hecho se aprecia, según pasan los
años, como va adquiriendo mayor base esa pirámide invertida de la que os
hablaba. Se podría comentar muchas más cosas pero lo básico ahí está.
Todo esto conlleva unas consecuencias. La más sencilla de
descubrir y que ha muchos preocupará, yo me incluyo, trata sobre las pensiones.
Cómo una población tan joven va a poder permitir que los jubilados disfruten de
unas pensiones más o menos suficientes me parece que será muy difícil de
solucionar. De hecho creo que una de las consecuencias será la progresiva
tardanza en la jubilación. Esto no es un problema ni una discusión política,
poco a poco se va a convertir en una necesidad obligada por la naturaleza y las
circunstancias de las cosas. Por otro lado, recordando uno de los muchos
magníficos programas que realizaba Eduard Punset, es lógico aumentar la edad de
jubilación (de hecho hoy en día para los empleos privados no existe una edad de
jubilación forzada) porque nuestra esperanza de vida a aumentado y bastante. De
todas maneras y hablando las cosas claras, sí, es una pu#@&... Pero es lo
que hay. Si alguno que está cerca de jubilarse que no se enfade mucho con esta
opinión porque a quien más le afectará, y seguro que nos afectará, será a mi generación.
En relación con lo anterior es claro que proporcionalmente
habrá menos trabajadores en relación con la población en un futuro. Si en un
lado ponemos a los trabajadores y en otro a la gente dependiente de ellos
(jubilados y pensionistas, hijos e hijas, etc.) tenemos por cada 10
trabajadores van a depender de ellos 6 personas. Lo cierto es que es bastante difícil
poder mantener un Estado del bienestar cubriendo necesidades y derechos. No me
quiero aventurar sobre que medidas deparará el futuro sobre esto, pero está
claro que algún método tenemos que encontrar porque el actúal no permitiría mantener
una sociedad de este modo.
Esto va a provocar que el Estado no pueda permitirse ayudar
a tanta gente que lo necesite, a no ser que ocurra un milagro, y serán las
familias las que deberán hacerse cargo de sus mayores u otras personas
dependientes.
Por otro lado (en esto no había caído, pero para algo sirve
leer) si el sistema sanitario ya esta desbordado imaginaros lo colapsado que se
podrá encontrar con una población más envejecida que necesita ir al médico más
a menudo por consecuencias claramente naturales.
Y por último otra cosa que importa en especial en ciertas
Comunidades Autónomas, como la mía, Aragón. La despoblación. Si ya vemos que
muchos pueblos se quedan cada vez más deshabitados poner en la ecuación ahora
el hecho de que la población en general sea menor. Las ciudades tendrán cada
vez menos habitantes y muchos de los bellos pueblos que tiene nuestro país se
despoblarán.
De todas formas, parece que no se presta mucha atención a estos
hechos. Parece más importante la crisis, el desempleo y todos los problemas que
hay en la actualidad. Por supuesto que a corto plazo importan más. Pero es que
no debemos crecer mirando solamente a un palmo de nuestras narices, debemos fijar
la vista en el horizonte.
Que continúe esta tendencia en la población va a traer
desastrosas consecuencias, mucho peores y mucho más complejas de solucionar que
la crisis. Un problema como el desempleo o la crisis económica son
relativamente fáciles de solucionar. Por lo menos si ponemos estos problemas
coyunturales junto a los estructurales de los que se ocupa esta entrada, se
aprecia la minuciosidad de la problemática actual y la catástrofe que podía
ocurrir en el futuro.
Como ya he dicho anteriormente, una sociedad como la que se está formando traerá unas consecuencias y unas políticas de las que no podremos escapar porque surgirán por naturaleza, del mismo modo que no se puede contradecir la Ley de la gravedad.
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